jueves, 11 de febrero de 2010

Chávez, Chávez… quién fuera Rey para callarte

Si Bolívar viviera…

OK, acepto que en varias cosas coincido con el Presidente de Venezuela; estoy de acuerdo en la necesidad de un bloque de poder que equilibre la hegemonía estadounidense en nuestro continente. Y su bolivarianismo de discurso, para algunos anacrónico, yo lo tomo como un punto de partida para darle a nuestras naciones algún norte. Un sueño que nos conviene resucitar en beneficio de nuestra gente.

Sin embargo, la “forma” (que no tanto mucho del “fondo”, reitero) que Hugo Chávez usa es lamentable y hace más daño a sus supuestos “ideales” a largo plazo que mil embargos o media docena de golpes digitados desde Washington. ¿No se da cuenta que con su actitud de gorila coronado sólo los radicales rojimios lo seguirán? No, no se da cuenta. Su megalomanía (como todas las megalomanías) lo enceguece. En un nuevo ciclo político, la maldición del “caudillaje” echará por tierra un proyecto que en las manos de otro triunfaría… Algo parecido le pasó a Bolívar.

Zapatero a tus zapatos

El signo del régimen de Chávez es la polarización y los extremos. Y el  “populismo”. Chávez quiere gobernar para los “pobres”, o al menos eso dice. Lo siento, sólo de pobres no está hecho ningún país; los “ricos” también son parte del pueblo, aunque no quieran aceptarlo los jijos de Marx. Un pobre difícilmente dará trabajo a otro pobre; un pobre no armará las fábricas ni proyectará las carreteras o cualquier infraestructura indispensable para el desarrollo de cualquier país. Los capitales acumulados son necesarios, lo mismo que el dinamismo de la iniciativa privada. Pero Chávez pareciera que busca desaparecer la propiedad privada.

Sí, desaparecerla e instaurar una nueva nación socialista y/o comunista. Como si el Estado no tuviera bastante con proveer de educación, policía, defensa y salud al país y ahora pasará a convertirse en Corporación, vía las consabidas expropiaciones.


Auténtico Domingo Siete: Comerciantes y empleados apurados en desalojar antes que la República Bolivariana Hugo Chávez les confisque todo.

“¡Exprópiese!”

La expropiación es una herramienta del gobierno por la cual transfiere una propiedad privada a su administración, claro que con la debida compensación; tiene métodos y formalidades. Y sobretodo, una expropiación sólo se justifica en la medida que habrá un beneficio general. Eso es parte del Estado de Derecho.

Viva Dios que fuéramos repúblicas en las que el Presidente y las demás autoridades son meros mandatarios que responden ante los gobernados. En una auténtica República así sería. Pero seguimos siendo “republiquetas” criollas o bananeras o bolivarianas, pero “republiquetas” al fin y al cabo. Sólo así se puede explicar que un Presidente dictamine a dedo que tal y tal edificio deben de ser expropiados para hacer un dizque “Museo”, tal y como ha pasado recientemente en la Plaza Bolívar de Caracas, cuando un muy orondo Hugo Chávez se puso a pasear flanqueado por sus simpatizantes (la “portátil” como le decimos acá en Perú") y gritar la temida orden: “¡Exprópiese!”, entre el aplauso de sus incondicionales. ¿Y los empresarios de las tiendas que han sido desalojados de la noche a la mañana? ¿Y sus empleados?

El argumento de Chávez: "no es posible que estos edificios, con tanta historia, con tanto legado de nuestros próceres, estén ocupados por comerciantes" (sic). Para Chávez pareciera que ser comerciante es poco menos que ser criminal. Y luego me preguntan por qué soy anticomunista.

Algunas imágenes:

El sueño de Bolívar necesita alguien que no se cague sobre él.

domingo, 7 de febrero de 2010

“Seré periodista deportivo hasta el día en que me muera”, había escrito El Veco

Emilio Laferranderie “El Veco” (Uruguay 1932 – Lima 2010)

Una nueva noticia enluta al entretenimiento nacional: el periodista uruguayo peruano de corazón, el de los chistes de gallegos (perdón, Brutolandia), el de el comentario sagaz y comedido, el SEÑOR Emilio Laferranderie, el querido Veco, acabó su partido ayer a las 6 de la tarde. Ahora estará en el cielo con su esposa, con su amigo Pocho Rospigliosi y su hijo Micky, con Lolo Fernández, Toto Terry y tantos otros a los que alguna vez le dedicara su pluma. ¿Cómo no recordar con simpatía a ese uruguayo que no acababa de perder su acento diciendo sus frases características como “oído a la música”, “ojo al piojo”? Esa voz que nos acompañó durante las eliminatorias de nuestro último mundial, cuando eliminamos al equipo de su país. Él, entonces jefe de deportes del diario “El Día” de Montevideo, había pronosticado que eso pasaría: “Ha sido el triunfo más amargo de mi vida, porque como uruguayo yo quise que ganara Uruguay, pero la realidad me decía que Perú era el favorito y ganador”. Luego, una parte de la prensa y afición de su país lo acusó de “peruanitis”, y entre dimes y diretes acabó llegando acá, supuestamente sólo por un tiempo, pero como todos los extranjeros que acabamos queriendo se fue quedando año tras año y ahora sus restos descansarán junto a los de su esposa en el “Parque del Recuerdo” de Lurín.

Nos hacemos viejos, causita. Nuestros íconos de los 80’s, de nuestra niñez y adolescencia, se van yendo uno tras otro. Uno de estos días las noticias nos dirán que los de “Risas y Salsa” partieron en mancha, o que Yola se fue a cantar al cielo. Así es la vida. Hasta siempre, maestro.

Unas imágenes históricas, rescatadas por Arkiv: